Comunidades y economía social. Parte 1: ¿Qué son las comunidades? admin abril 24, 2024
Comunidades y economía social. Parte 1: ¿Qué son las comunidades?

¿Es lo mismo community manager que community building? ¿Para qué puede necesitar una comunidad o una empresa cuando tiene a su disposición un reguero inabarcable de redes sociales? ¿Quién puede permitirse el lujo de dedicar tiempo a hacer eso? Usando herramientas como Discord, Telegram o WhatsApp, están proliferando comunidades profesionales y ciudadanas que comparten todo tipo de intereses.

Existe una desconfianza muy grande a los nuevos nombres en inglés que señalan necesidades, tendencias e incluso profesiones en el mundo empresarial. Es normal. Ya era así antes de la irrupción de las herramientas digitales y se ha multiplicado tras su aparición.

Se suponía que con la llegada de las redes sociales se habían creado comunidades en torno a sociedades, empresas y entidades de todo tipo. Así era al principio, pero las sucesivas transformaciones de las redes sociales las han convertido en un espacio mercantilizado que ha provocado el cambio de comunidades a audiencias. Se ha perdido en gran medida la interacción y la gente ha pasado a tener un rol pasivo de receptor del mensaje que, si está inspirado, puede responder o interactuar.

Las redes sociales han ido perdiendo empuje por la sobre estimulación y el exceso de publicidad que oculta casi por completo la información y los perfiles que le interesan a la gente. Cada vez resulta más difícil cumplir los objetivos que nos llevaron a adoptarlas. Eso ha provocado una pérdida de usuarios. Sin embargo, la gente no se ha agotado de lo digital, sino que echa de menos esa capacidad de conexión que fue la gran promesa de internet. 

Encontrar espacio de intercambio y diálogo, lugares con un propósito compartido y sobre todos lugares amables donde cada interacción no sea respondida con impertinencias o argumentos simples, sigue siendo algo que la gente desea.

Este es papel que han adoptado las comunidades.

Son lugares de intercambio profesionales, espacios para el activismo, sitios seguros donde compartir experiencias o lugares en la red en las que buscar colaboración y conocimiento. Es el espíritu inicial que alimento la red: la gran conversación, las “máquina” como herramienta para lo más humano que es encontrar a nuestros iguales. 

Pero esta vuelta a los orígenes ya no nos coge nuevos. Hemos aprendido, tenemos experiencia y sabemos como trabajar y cuidar de las cosas para que duren y sobre todo sabemos como sacarles provecho sin traicionar la razón que las hizo nacer.

Ese es el momento el que las comunidades ya no aparecen sino que se construyen.

Las entidades de la economía social tienes en las comunidades una herramienta y una estrategia que les debería de resultar de manera natural. El propósito, la necesidad de devolver a la economía una escala humana y la búsqueda de un bien colectivo son los valores que en muchos casos generan y sostienen esas comunidades.

Además, hay otros dos elementos que son muy importantes para la economía social: la necesidad de dar a conocer las diferencias en su manera de entender la empresa y el trabajo y contar con una red de apoyo a la hora de crecer y lanza nuevos proyectos.

Comunidades y economía social

Hay muchos tipos de comunidades. Una primera clasificación es por el acceso: pueden ser abiertas o cerradas y estas últimas por invitación o de pago.

El otro criterio de calificación es por contenido y la lista de tipos de organización es tan larga como las intenciones y necesidades de un grupo de personas que deciden unirse.

Ya hemos hablado en posts anteriores de las dificultades que tienen las entidades de la economía social para crecer y ser sostenibles como negocio: mantener la cultura organizacional, que el público objetivo entienda su funcionamiento y que las diferentes entidades administrativas y financiera entienda su funcionamiento.

Vamos por partes.

Es fácil encontrar personas con preparación. No es tan fácil encontrar personas que sean apaches de encajar en una organización que no es la clásica empresa. Cuando las empresas tienen comunidades internas dentro  de la suite ofimática, es mucho más fácil que puedan asumir esa cultura organizacional. Ya sea porque lo comparten los compañeros, ya sea con dinámicas y documentación con la que entender, la interiorización de los valores será progresiva y personalizada, lo que ayuda mucho a que sea más estable en el tiempo.

Todo se entiende mejor cuando te lo explican tus iguales y no hay mejor manera de “entrar” que si todo el mundo te ayuda con la llegada.

Colaboradores, voluntarios e incluso clientes. Cuando nuestra organización se abre al exterior se expone en exceso y corremos el riesgo de hacer un enorme esfuerzo para nada. Cuando hacemos crecer de manera orgánica una comunidad con base a unos objetivo o unos intereses muy concretos, las posibilidades de obtener un retorno para nuestra organización aumentan. Fidelizar clientes, aumentar la base de voluntarios y mantenerla son opciones que la creación y gestión de comunidades nos pueden facilitar. 

En caso de tener patrocinadores o mecenas, podemos garantizar que sus acciones llegarán a personas con un interés real y no a audiencias genéricas.

Write a comment
Your email address will not be published. Required fields are marked *