Comunidades y economía social. Parte 2: Qué comunidad escoger. admin mayo 7, 2024
Comunidades y economía social. Parte 2: Qué comunidad escoger.

Existen numerosos tipos de comunidades. A la hora de decidir el tipo de comunidad que vamos a crear es necesario tener en cuenta dos cosas: que queremos conseguir y qué recursos tenemos.

Es muy común a la hora de crear una comunidad que la primera pregunta sea ¿cuál es la mejor herramienta?

Hay software de todo tipo y su elección ha de tener en cuenta cuestiones como el presupuesto, la madurez tecnológica de la organización, el software en uso y los recursos para el aprendizaje. Como norma general hay que buscar aquello que sea más fácil de usar porque ayuda a evitar resistencias a la hora de incorporarse a la comunidad y permite que la gente aporte y dedique tiempo al contenido y a la interacción y no al dominio de la herramienta. Ese punto óptimo puede variar mucho de una entidad a otra.

Sin embargo, esto es casi lo menos importante. De hecho, cuando hablamos del coste de tener una comunidad, el software es lo que menos computa en el total. Tener a alguien que dinamice a los miembros, que haga cumplir las normas, que extraiga conocimiento y lo comparta, que gestione el onboarding, … Es en todo esto, en lo que hay que poner cuidado y atención.

Hay algo que no se suele tener en cuenta a la hora de implementar una comunidad y es el hecho de que se trata de una dinámica lenta. Los objetivos y, por lo tanto, los beneficios han de plantearse a medio y largo plazo.

Son muchas las resistencias a vencer para que la gente participe en las comunidades. Generar un ambiente seguro y cómodo no se consigue de inmediato. Recompensar la pertenencia puede aparecer una buena opción al principio, pero lo que se ha de conseguir es que los miembros sientan que les compensa el tiempo invertido, que merece la pena estar ahí. 

Conseguirlo es lo más difícil y si bien hay herramientas mejores y peores, la clave es escoger a un responsable de comunidad que entienda estas dinámicas y estas necesidades y sea capaz de llevarlas a cabo.

En cuanto a los tipos de comunidades, nos podemos encontrar con:

Comunidades internas

Son aquellas destinadas a reforzar la organización interna. En organizaciones de economía social son especialmente útiles. La razón es que este tipo de entidades tiene una cultura a caballo entre la empresa tradicional y la ONG, y eso requiere de un periodo de adaptación para las nuevas incorporaciones.

En las fases de crecimiento son una gran herramienta, ya que al tener que poner especial atención para buscar la convergencia entre los valores de la entidad y las estrategias necesarias para la expansión, la comunidad cumple una función de vigilancia. Este es uno de los puntos más complicados cuando las organizaciones de la economía social pretenden crecer, por lo que toda ayuda es bienvenida.

En este tipo de comunidades es necesario dar espacio para la reflexión y la crítica. En este tipo de organizaciones, los trabajadores tiene un nivel de compromiso muy alto y ha de ser reconocido. Escuchar e incorporar las sugerencias es una buena estrategia para mantener dicho compromiso.

Comunidades de insights

Embajadores, early adopters, comunidades de prospección, … Tienen muchos nombres.


Estas comunidades son de tamaño reducido y exigen una cuidadosa selección de sus miembros. Es necesario tener muy clara su función e incluso su duración, ya que en ocasiones pueden ser utilizadas con un objetivo que una vez cumplido no requiera de la continuidad de la comunidad.

Con el siguiente ejemplo se entenderá mejor este tipo de comunidades.

En organizaciones con sucursales o franquicias se escoge a una persona de cada “unidad”. No se trata de reuniones de empresas donde se presenten balances o informes. Es un lugar que, si bien tiene sus reglas, es más abierto y deja lugar a la expresión y la reflexión. Se busca poder poner en valor la experiencia y el conocimiento de cada miembro, así como poder comprender bien el conocimiento no reglado, informal e incluso inconsciente que se genera en las organizaciones.

Otro de los objetivos que cumplen es el de poder trasladar la cultura organizacional de manera más natural y proactiva y no tanto cono unos objetivos a cumplir.

Comunidades de usuarios/clientes

Podría aparecer que este tipo de comunidades no deberían de existir tras la aparición de las redes sociales. Ni Facebook ni Twitter pudieron acabar del todo con los foros clásicos anteriores a la web 2.0. Paradógicamente, la saturación de las redes sociales, la falta de privacidad, la sobreexposición y la publicidad cada vez más invasiva han provocado un renacer de estos espacios más “cerrados”.

Lo que más se valora en ellos es poder compartir gustos e intereses sin tener que dar demasiadas explicaciones, así como encontrar información interesante para el usuario sin tener que ver temas que no le despiertan el más mínimo interés.

Este tipo de comunidades generan el ambiente idóneo para la fidelización y para recabar información de primera mano sobre nuestro público objetivo. Bien organizadas son espacios perfectos para hacer test de productos y servicios.

Requieren paciencia, atención y dar mucho espacio a los usuarios. Recuerdan en cierta medida a la clásica gestión de voluntarios de las ONG´s. De hecho, muchas de las dinámicas que resultan válidas en el voluntariado son igualmente válidas para estas comunidades tras la correspondiente digitalización.

Conclusión

No ha sido más que dos notas breves sobre uno de los elementos en auge en el entorno digital. La dinamización de comunidades es a día de hoy una profesión a tiempo completo y una herramienta más en la gestión organizacional. Como toda herramienta, no es de uso obligado, pero sí que conviene tenerla en cuenta.

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