Hoy compartimos una publicación de Jorge Gimeno Pawlowski
La Comisión Europea a finales de 2021 implementó el Plan de Acción para la Economía Social comenzando de esta forma una revolución al convertir la Economía Social en un sector industrial, igual que la construcción o la automoción. Con un estado del arte inicial del 8% del PIB Europeo y cerca de 12 millones de personas empleadas las entidades sociales se enfrentan a un cambio de gestión que deberá reflejare en dos pilares fundamentales, puestos de trabajo de calidad y un impacto económico mayor.
¿Por qué la Comisión Europea ha implementado estas medidas?
Por muy diversas razones que demuestran una perspectiva estratégica y sostenible. A continuación, menciono las, a mi juicio, más importantes:
- Fortalecer y acelerar la implementación de las estrategias europeas Pacto Verde y la Estrategia Digital Europea. La economía social es un actor clave en el desarrollo de ambas por su cercanía al ciudadano, su peso en el dialogo social y en consecuencia su capacidad de influencia. Partiendo de la premisa de que, en general, las entidades de este sector son adalides de la sostenibilidad, igualdad o inclusión, motivarlas a ser independientes financieramente debería de reforzar estas estrategias al aumentar el calado de este tipo de entidades.
- Cambiar el modelo de financiación. La Unión Europea lleva décadas subvencionando proyectos que no han conseguido superar la etapa financiada por la UE. Miles de consorcios han intentado implementar soluciones que el mercado no ha asimilado o que desde un principio estaban avocadas al fracaso. Esto se ha traducido en una pérdida de efectividad del dinero público en Europa, es decir de nuestros impuestos. El periodo de inestabilidad crónica desde la crisis económica del año 2008 en el que nos hemos visto envueltos, está forzando a crear un escenario donde la subvención debe de dar paso a la diversificación y generación de ingresos por parte de las entidades sociales. La emprendeduría social y la inversión de impacto salen en consecuencia fortalecidas por este plan de acción.
- Reducir la distancia entre oenegé y empresa. Conseguir una economía sostenible en Europa pasa por reducir la Responsabilidad Social Corporativa y aumentar la Sostenibilidad Corporativa de las empresas. Veremos una aceleración en el número de empresas gestionadas de manera sostenible a partir del año 2024, cuando se implemente la Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa, CSRD (por sus siglas en inglés). En consecuencia, podemos prever que la colaboración entre empresa y oenegé, en el sentido clásico tenga cada vez menos sentido. Por formato clásico entiendo una colaboración, también económica, entre una empresa X que realiza su estrategia de RSC y una oenegé que realiza la parte operacional de esta estrategia. Si una empresa es sostenible, su gobernanza, su impacto social y su impacto ecológico también lo son, por lo tanto, podemos aventurarnos a decir que una empresa sostenible tiene bastante en común con una empresa social ya que la obtención de beneficio deja de ser el único objetivo.
De la misma manera podemos aventurarnos a decir que las entidades sociales al verse abocadas a tener una perspectiva más emprendedora, reduciendo notablemente el 60% que representan las subvenciones en sus presupuestos, cambiarán su forma de gestión a un formato más emprendedor, más cercano al de las empresas sostenibles.
En mi opinión a partir de 2030 veremos una economía europea más sostenible donde solo áreas muy dependientes de las oenegés, como la respuesta a catástrofes naturales, seguirán teniendo oenegés en un formato más clásico siendo la empresa social el tipo de entidad más popular en la Economía Social.
¿Y cómo se generan ingresos y se reduce la dependencia de las subvenciones?
De muy diversas maneras, lo sé, suena a perogrullo, pero las entidades sociales tienen cada vez más opciones y más diversificadas de obtener recursos.
Mi primera recomendación es cambiar la aproximación al dinero que el tercer sector tiene como concepto. Generar dinero es bueno, generar muchísimo dinero es muy bueno, el problema no está en tener dinero si no en como lo gastamos. La Asociación Amica, con la que trabajo desde hace 5 años, genera alrededor de 22 millones de euros al año creando un impacto social y ecológico contabilizado en más de 40 millones de euros. Su misión es que las personas con capacidades diferentes tengan las mismas facilidades que el resto, a todos los niveles. Poseen y gestionan centros especiales de empleo, reciben subvenciones, tienen un programa para apadrinar árboles en Campus Diversia, ofrecen servicios de consultoría, trabajan con inversores de impacto y en breve comenzarán a producir biomasa. ¿Por qué? Porqué les mueve el emprendimiento y la generación de impacto positivo.
Está es en mi opinión la mejor forma de gestionar una entidad social, como una empresa.
¿Y qué canales para generar ingresos podemos encontrar hoy en día?
Además de los formatos clásicos como las donaciones individuales, grandes o corporativas, los patrocinios, las recolectas o las ya mencionadas subvenciones podemos encontrar muy diversos canales de generación de ingresos:
- Crowfunding.
- Inversión de impacto.
- Monetización de servicios.
- Venta de conocimiento o consultoría.
- Licitaciones.
- Programas de financiación internacionales.
- Capital paciente.
- Joint Ventures.
- Alianzas estratégicas.
- Venta y distribución de productos.
- Arrendamiento de instalaciones.
- Gestión de capital pasivo.
- Membresías.
- Loterías y subastas.
- Cesión de licencias y patentes.
- Publicidad en redes sociales.
- Eventos.
- Creación y venta de cursos.
- Capacitación personal y profesional.
- Franquicias.
La lista continúa, pero creo que es suficiente para que entendáis mi idea. Hoy, los vehículos de las entidades sociales para generar ingresos son mayores que los de las empresas. Prácticamente todos los canales de generación de ingresos del sector privado están a disposición de las entidades sociales (a excepción de marcos legales específicos) a los que se pueden sumar los canales clásicos.
La revolución que supone aumentar la calidad de los puestos de trabajo (incluyendo sueldos) y el impacto económico de la economía social es una enorme oportunidad sobre la que cimentar una Europa más sostenible y de la gente. No todas las entidades sociales terminarán con éxito este proceso, pero cuanto antes comiencen a pensar en emprender, antes podrán garantizar su sostenibilidad financiera.